Según un estudio publicado este mes en la revista
ACS Nano, de la American Chemical Society, y realizado por investigadores en ingeniería de la Universidad Rice,
los nanomateriales están a punto de revolucionar el mundo de la construcción.
Los nanomateriales son materiales con propiedades
morfológicas más pequeñas que una décima de micrómetro en al menos una
dimensión. A pesar del hecho de que no hay consenso sobre el
tamaño mínimo o máximo de un nanomaterial, algunos autores restringen su
tamaño de 1 a 100 nm, una definición lógica situaría la nanoescala
entre la microescala (1 micrómetro) y la escala atómica/molecular
(alrededor de 0.2 nanómetros).
¿Cuáles serían sus potenciales aplicaciones? Pues,
por ejemplo, los nanomateriales podrían reforzar el acero y el hormigón,
evitar que la tierra se pegue a las ventanas, matar bacterias en las
paredes de los hospitales, volver a algunos materiales resistentes al
fuego, mejorar drásticamente la eficiencia de los paneles solares y de
la iluminación interior, e incluso permitir que los puentes y edificios
“sientan” las grietas, la corrosión y el estrés que con el tiempo
conducirán a fallos estructurales.
Pedro Álvarez, profesor de la Escuela de Ingeniería
George R. Brown de la Universidad Rice y presidente del Departamento de
Ingeniería Civil y Ambiental, y coautor del estudio junto a
Jaesang Lee:
Las ventajas de usar nanomateriales en la construcción son
enormes. Cuando se tiene en cuenta que el 41 por ciento de toda la
energía utilizada en los EEUU es consumida por
los edificios comerciales y residenciales, los beneficios potenciales
de los materiales que ahorran energía son vastos. Pero también existen
preocupaciones razonables respecto a las consecuencias no deseadas. El
momento de diseñar un ciclo de vida responsable para los nanomateriales
hechos por el hombre para la industria de la construcción es ahora,
antes de que sean utilizados en concentraciones que repercutan sobre el
medio ambiente.
Algunos de los problemas medioambientales que producirían los
nanomateriales que no han sido convenientemente procesados podrían ser,
por ejemplo, los efectos secundarios indeseados de la propiedad
antibacteriana del nanomaterial. Las partículas de dióxido de titanio
expuestas a la luz ultravioleta pueden generar moléculas llamadas
“especies oxígeno-reactivas” que previenen la formación de películas
bacterianas en las ventanas o paneles solares. Pero esta misma propiedad
puede poner en peligro a las bacterias beneficiosas en el medio ambiente.
Fuente |
Axxon
Más información |
ScienceDaily